Es agradable notar que ha mejorado la Enfermería, aunque con la evolución y la profesionalización , tal vez, algunos, me digan que ha cambiado para mal.
Lamentablemente lo que no ha cambiado son los recursos empleados para dar atención a mayor número de gente, de problemas y de enfermedades, y eso hace que los cuidados, a veces, desluzcan.
No obstante sigo creyendo en mi profesión. Y después de 28 años ya es un lujo poder decir eso. No hay tanta distancia de aquellos comienzos vocacionales míos, en los que las palabras "CURAR; ALIVIAR; CONSOLAR; ACOMPAÑAR" tenían sentido.
Pero en muchas ocasiones te puede el cansancio y la decepción. No siempre la gente entiende lo que haces. No siempre la gente "ve" aquellos papeles, burocracias, gestiones, tiempos que utilizas para ellos, pero que "ellos" no valoran porque no son tangibles. Y como no estás en su habitación, simplemente "no estás".
Ayer en cambio, una persona, una taxista, mujer, al venir a recogerme a mi casa para bajarme a la ciudad, me reconoció como la enfermera que la había atendido. Recordaba, según me dijo, la paciencia que tuve con ella, la pesadilla de sus malas venas, las gotas de sudor que yo llevaba pasillo arriba pasillo abajo para alcanzar todo lo que tenía que hacer.
Y me lo agradeció. Me dijo que a esa carrera me invitaba ella en agradecimiento a lo que había trabajado por ella, en cuidarla, en atenderla, en escucharla y en consolarla.
Me comentó que se había sentido bien atendida por todo el personal (auxiliares, celadores, enfermeros).. Por primera vez no era el médico quien curaba y el resto quedaba en el limbo de los justos (es decir: "justo es lo que tenias que hacer, y es tu obligación que para eso te pagan").
Por una vez me sentí reconfortada. Por una vez sentí que mis cuidados eran reconocidos, y sobre todo agradecidos. Y eso me hizo sentir bien.
Por eso, amigos míos, los pocos que me leen aquí, cuando estén enfermos, no duden en acordarse de aquellos que también "tiramos del carro" aunque no se nos vea demasiado, pero que hacemos que un hospital funcione, aunque muchos quisieran ocultarnos tras un velo de egoismo para llevarse "ellos, que casi nunca están" todo el mérito.
Un saludo.
Ayer en cambio, una persona, una taxista, mujer, al venir a recogerme a mi casa para bajarme a la ciudad, me reconoció como la enfermera que la había atendido. Recordaba, según me dijo, la paciencia que tuve con ella, la pesadilla de sus malas venas, las gotas de sudor que yo llevaba pasillo arriba pasillo abajo para alcanzar todo lo que tenía que hacer.
Y me lo agradeció. Me dijo que a esa carrera me invitaba ella en agradecimiento a lo que había trabajado por ella, en cuidarla, en atenderla, en escucharla y en consolarla.
Me comentó que se había sentido bien atendida por todo el personal (auxiliares, celadores, enfermeros).. Por primera vez no era el médico quien curaba y el resto quedaba en el limbo de los justos (es decir: "justo es lo que tenias que hacer, y es tu obligación que para eso te pagan").
Por una vez me sentí reconfortada. Por una vez sentí que mis cuidados eran reconocidos, y sobre todo agradecidos. Y eso me hizo sentir bien.
Por eso, amigos míos, los pocos que me leen aquí, cuando estén enfermos, no duden en acordarse de aquellos que también "tiramos del carro" aunque no se nos vea demasiado, pero que hacemos que un hospital funcione, aunque muchos quisieran ocultarnos tras un velo de egoismo para llevarse "ellos, que casi nunca están" todo el mérito.
Un saludo.
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