El día, bochornoso y agobiante como todos los del
verano, había dado paso a un atardecer algo mas fresco, por lo que decidí salir
con mi señora a dar un paseo. Los niños revoloteaban a nuestro alrededor.
Reconozco que son algo traviesos, pero mi esposa los mantiene a raya
repartiendo algún que otro capón, a la vez que con un brazo me enlaza por la
cintura. Bueno, la verdad es que mi esposa es un pulpo, y así, le es muy fácil
hacerlo. Ah, no, no señores, no es lo que ustedes imaginan. No es que tenga mil
pares de patas para meter mano a todo el que se acerque, sino que es eso, una
mujer pulpo, un octópodo, cefalópodo dibranquial que vive de ordinario en el
fondo del mar, pero que por azares de la vida lo hace actualmente conmigo, y
fuera del mar, como es de recibo en una esposa que se precie y viva con su
marido.
A lo que iba. Cruzábamos tranquilos el Puente Mayor,
con idea de solazarnos en el parque cercano, cuando con mucho estrépito y mayor
algarabía por parte de la gente, cayó un helicóptero junto al pretil del
puente.
Nosotros seguimos caminando. Al fin y al cabo esa
nave voladora (que como dirían los padres de mi señora era fruto del diablo) no
nos pertenecía, así que porqué
preocuparnos por ella.
Llegados al final del parque, la expectación se
había hecho cada vez mayor, así que decidimos que cogiera el coche y volviera a
buscarlos.
Cruce la Avenida que serpenteaba junto a las
ondulantes formas del parque, y llegue al coche. Aún no había atasco! Menos
mal!
Salí un poco precipitadamente, es cierto, pero es
que por el retrovisor pude ver como cientos de personas se acercaban en tromba
para ver el circo que se había organizado junto a la aeronave caída, y caramba,
eso me asustó un poco. En todos los coches se tocaba el claxon, y los conductores
enarbolaban en una de sus manos una especie de garrote bien grueso con el que
proferían gritos extraños.
Así que me cargué dos o tres espejos al salir, y con
la precipitación no vi los pies de una buena anciana que cruzaba con su bastón
el paso de cebra. Solo diré en mi descargo que la buena señora llevaba un fusil
ametrallador de asalto asomando entre las lechugas de la bolsa de la compra.
En mi afán por llegar cuanto antes donde se
encontraban mi adorada esposa y mis niños, me salté varios stop, y he de
reconocer que no vi los bolardos que la Guardia Civil había hábil y
disimuladamente colocado para que no los viéramos. O eso creo, porque la verdad
yo solo noté un cierto saltito raro al paso del coche.
Desgraciadamente la situación del coche hacia muy
difícil el rescate de mi familia, puesto que se encontraban en el extremo
opuesto a donde mi coche se dirigía, y debía encontrar un lugar donde dar la
vuelta y coger la vía de circulación en sentido contrario.
Ah ¿ que yo destrocé la fuente más famosa de la
ciudad y espachurré a los dos viejecitos que se achuchaban contra el poyo de
piedra que la rodeaba?
No señor, eso no lo acepto. Los viejecitos eran unos
desvergonzados que retozaban en bolas dentro de la fuente, con la excusa del
terrible calor que acuciaba.
Sorprendidos en una actitud tan impropia, decidieron
hacer estallar las ballenas del sostén de la señora en un acto de inmolación
digna de una película de Quentin Tarantino.
Conseguí, sea como fuere, encontrar la forma de dar
la vuelta y volver por el carril contrario de la vía, en busca de mi amada
familia, a la que suponía tan asustada como perpleja ante el desorden y el
desconcierto que reinaba en ese caos que era el parque, el río y los aledaños.
En la alameda que acaricia el río y es lugar de encuentro
de las parejas y los amantes discretos estaban, bastante aturdidos por cierto,
los tripulantes del helicóptero caído. Este, hecho un amasijo de hierros
retorcidos, estaba clavado por la hélice en la argamasa del puente y se
balanceaba como una bailarina de ballet emitiendo suaves chirridos retozones.
Me da que le gustaba estar clavadito así. Estaría cansado de tanto vuelo y
tanto trabajar, sin un ratito de descanso, y claro…
Continúe con el coche a la búsqueda de mi prole,
adelantando como podía, ora por la acera, ora por el jardín, que por cierto
tenía un maravilloso perfume a jazmín y enredadera. Lo sé porque se me coló
parte de un jazminero por la ventana, y no solo el arbolillo, sino también el
señor que lo estaba podando, pero él no olía así de bien e indignado por su
intromisión sin permiso, lo largué fuera cual abejorro molesto.
Finalmente pude entrever entre la muchedumbre uno de
los brazos de mi esposa que agitaba los tentáculos en su afán de que la
reconociera y supiera de su situación exacta.
Aparque el coche sobre un seto, que amablemente se
dobló para que yo lo dejara bien situado y en dos patadas me situé junto a mi
linda mujercita. Agarré el tentáculo que me ofrecía, ella a su vez agarró a los
dieciocho niños, y salimos a escape de allí.
¿Qué no me cree? ¿Qué si he bebido? ¿Qué si creo que
se van a tragar eso?
No se que decirle señor juez. Yo soy un hombre
normal, hogareño, nada dado a las excentricidades y desde que me encuentro aquí
le estoy observando y me doy cuenta que usted tiene muchos pero muchos y serios
problemas : esa ropa tan negra y larga que lo cubre, ese gorro de forma
prismática y con una borla en la punta. No será usted afeminado, ¿verdad?
Ja, ja, já. Una auténtica perla del esperpento cómico. Me lo he pasado "pipa" leyéndolo. Besito.
ResponderEliminarjajajajajaj Ruska eres la bomba, tendrías que escribir libros!!!!!
ResponderEliminarUn besoooooooooooooooo
Ruska anímate que tienes pasta de escritora ,menuda panzada de reírme ,ese es el genero de literatura ideal para leer y obviar el estrés ,que si la crisis ,que si los recortes ,que subieron la luz el gas los impuestos , nada un buen libro en ese tono y al carajo las preocupaciones. Cariños gatunos de Merlina ,convaleciente .
ResponderEliminarGracias por tus ánimos fidel. En realidad escribo para cuatro personas, que son las que me seguís. Y estoy algo cansada de desbarrar sin tino...
EliminarBesitos para Merlina, mi niña linda, que fuerte susto os dio el otro dia, por culpa del desgraciado abejorro.
Un beso grande tambien para vosotros.
Hola Ruska. Estoy repasando los participantes en el concurso de mi poemario. Tú me dejaste un comentario, pero no sé si participas porque no tienes el libro (y lo quieres) o lo has leído ya y te apetece concursar para el de Machaqdo. Dímelo, porfa. Un besito.
ResponderEliminarMuy buena historia. Tienes mucho talento. Espero que sigas haciendo mas entradas como esta.
ResponderEliminarSaludos